El montaje ideológico y el Cinetren

En el marco de la revolución rusa, el cine asume el compromiso de modelar al espectador, siendo el vehículo de un discurso ideológico que se asume como tal. No tiene la pretensión de reflejar una realidad exterior imparcial, sino un sentido buscado, dominante.

Con el lema “Hoy filmamos, mañana exhibimos” se pone en marcha el Cinetren desde el 25 de enero de 1932, durante 294 días, con el fin de reestructurar la transformación técnica de la economía rural. El proyecto colectivo encabezado por Alexander Medvedkin exigía una participación activa del espectador-obrero, el film funcionaba como apertura al diálogo, se cortaba la exhibición para discutir los detalles y la crítica al desempeño laboral y social.
Fue el prescendente de “obreros cineastas” en Francia, donde Godard prestó su cámara super 8 a los obreros de Rhodiacetá, el primer “grupo Medvedkin”, los acontecimientos de Mayo del 68 filmados por estudiantes y obreros, con el eslogan que constituiría posteriormente a Slon, como el circuito paralelo a la filmación oficial en Francia hasta hoy.

Otras experiencias como las de Dziga Vertov plantearon la semejanza de la percepción cinematográfica al proceso de pensamiento. La estética del Montaje Ideológico de Eisenstein expone el cine como fragmento de la realidad. Semejante al materialismo dialéctico en la creación de un conflicto. La adhesión del espectador se produce a través del impacto emocional y el contrapunto audiovisual, el contraste de dos discursos paralelos en la imagen y el sonido.

El éxtasis fílmico no supone una representación mecánica tipo conductual (estímulo-respuesta), de la percepción del espectador. El cine experimental de Vertov exhibe fragmentos cortos de imagen de la realidad en “El hombre y su cámara”, sin el uso de actores, escenarios, ni subtítulos explicativos que logran la exposición de imágenes en cadena que “dialogan” en una acelerada percepción visual, semejante al desencadenamiento mental de las imágenes, en su propia fugacidad.

Estas experiencias de Eisentein, Medvedkin, y Vertov tienen en común la intención de su función social educadora de masas, donde el espectador-obrero es el protagonista.

Gloria Hierro